domingo, 30 de marzo de 2008

Los pilares de Sabino Arana se tambalean

Desde que hace treinta años se instaurase la democracia en España tras la dictadura franquista, ninguna fuerza política había roto con el liderazgo de los nacionalistas vascos en Euskadi. Las tres provincias, especialmente la vizcaína, parecían un fortín impenetrable para cualquier otra ideología. Hasta ahora. Con 123.000 votos más que el PNV en las pasadas elecciones, el Partido Socialista ha irrumpido fuertemente en la escena política vasca y se perfila como un duro rival para los jeltzales en las próximas autonómicas. Los pilares que Sabino Arana construyó hace más de un siglo están ahora más débiles que nunca


Nadie había podido con la hegemonía nacionalista en los territorios vascos. El PNV había salido siempre airoso en todas las elecciones que se han celebrado desde la Transición política y la posterior instauración de la democracia. Tanto en las generales, como en las municipales y especialmente en las autonómicas, la bandera nacionalista ha sido la identificación de Euskadi. Hasta ahora. Con 425.000 votos en los comicios generales del 9 de marzo, el Partido Socialista de Euskadi se ha erigido como la primera fuerza política del País Vasco, superando en 123.000 papeletas al hasta ahora indestructible Partido Nacionalista Vasco. El grupo presidido por Patxi López ha ganado de manera incontestable en las tres provincias incluida la aparentemente impenetrable Vizcaya.

Es precisamente en esta provincia donde ha saltado la mayor sorpresa. Y es que, hace tan sólo cuatro años, el Partido Nacionalista Vasco aventajaba en diez puntos al PSE. Esta diferencia no sólo la igualaron los socialistas el 9 de Marzo, si no que obtuvieron seis puntos más que los jeltzales. Además, los votos están muy repartidos por todo el territorio y han conseguido arrebatar la victoria a los nacionalistas en zonas que hasta ahora eran feudos impenetrables e impensables para cualquier otra fuerza política, como el Duranguesado y la propia capital, Bilbao, donde el PNV nunca ha tenido problemas para alzarse victorioso. “La gran partida vasca se ha jugado en Bizkaia”, afirmaba Imanol Zubero, una de las nuevas caras socialistas para el Senado, tras conocer los resultados.

Lo que nadie duda es que el vuelco en Euskadi es una realidad. Los nacionalistas vascos se han dejado más de la mitad de sus 117.000 votos perdidos en los núcleos urbanos. Además de Bilbao, en Vizcaya, los socialistas han ampliado su victoria por toda la margen izquierda, e incluso han llegado a superar al PNV en Leioa, Basauri, Derio, Zaratamo y Trapagaran. En total, 36.000 votos más que los jeltzales en la provincia vizcaína, donde dejan de ser la primera fuerza política, por primera vez en su historia. “Es la victoria más importante de las tres capitales vascas”, comenta el senador y profesor de la UPV Víctor Urrutia, que coincide con Zubero al señalar que su partido “se consolida y está en alza”.

También en Guipúzcoa los resultados son positivos para el socialismo vasco. Han superado en quince puntos al PNV, sumando un total de 125.600 votos. Una victoria incontestable, histórica y, a su vez, simbólica, especialmente la lograda en Mondragón, donde también los socialistas se han impuesto, con el importante telón de fondo que supuso el asesinato de Isaías Carrasco dos días antes de las elecciones. “Seguramente, algo ha tenido que ver para influir en los resultados”, reconoce Imanol Zubero, pero “hay que tener en cuenta que en el voto extranjero y por correo, que se hizo mucho antes del asesinato, el PSE ya ganaba, por lo que ha tenido un impacto, pero no definitivo”.

Si histórico es el triunfo en Vizcaya y simbólico, además de incontestable el de Guipúzcoa, la victoria en Álava ha batido un récord. El PSE ha recibido el 40.7% del respaldo de la población alavesa, lo que supone el mayor número de apoyos a un partido en unas elecciones generales por provincia. Han logrado 69.000 votos, que les sirve para revalidar la clara hegemonía con la que ya se alzaron en los pasados comicios municipales y provinciales. Además, aumentan sus porcentajes, con triunfos en bastiones nacionalistas como Llodio. En la capital, 56.300 vitorianos dieron su voto para los socialistas. El premio a estos buenos resultados puede venir con la asignación de una cartera del gobierno para un alavés y Ramón Jáuregui es el que cuenta con más probabilidades.

“Es un triunfo simbólico”, resume Imanol Zubero a la hora de valorar los resultados a nivel general. “El arma fundamental que ha utilizado el PP contra Zapatero es el proceso de paz y su supuesta política frente al nacionalismo y que Euskadi legitime la política de Zapatero y le de su apoyo le ha llenado de alegría. Es una victoria simbólica, pero muy importante”.

Consecuencia directa de estos buenos resultados en el territorio euskaldun será la numerosa presencia de socialistas vascos en el Congreso y el Senado. Nueve serán los diputados que representarán a la Euskadi socialista, cuatro por Vizcaya, tres por Guipúzcoa y dos más por Álava, mientras que el Senado tendrá tres socialistas por cada provincia vasca, entre ellos Zubero y Urrutia. El primero acogió con sorpresa su designación para el Senado. “No me lo esperaba”, reconoce, “los sondeos nos indicaban que en Bizkaia mejorábamos mucho y podríamos incluso empatar con los nacionalistas”, pero a pesar de ello, “no parecía posible superar al PNV y creíamos que tres de los cuatro senadores se los llevarían ellos”, expresa.

Tendencia al alza
Lo más positivo para el PSE es que estos resultados no son flor de un día. La tendencia al alza viene desde los comicios municipales y provinciales del año 2003. Fue entonces cuando en Álava los socialistas empataron en votos con el Partido Popular. A pesar de no conseguir arrebatarles el Ayuntamiento de la capital vasca, se quedaron con el consuelo de repetir la mayoría holgada en San Sebastián, mientras que Bilbao continuaba siendo un fortín nacionalista, a falta de dos años para las autonómicas. En ellas, Ibarretxe revalidó su cargo de lehendakari y veía cómo la segunda fuerza política, el Partido Socialista, se quedaba con un 28% de los votos. Fue entonces cuando el cambio interno del PSE se materializó más que nunca. La entrada de Patxi López aportó frescura y mayor cercanía con la población. Víctor Urrutia recuerda que la política de su antecesor, Redondo Terreros, se basaba “en los frentes constituidos por el PP y el PSE” y, por otro lado el de los nacionalistas y, a su juicio, no era positivo para los intereses de su partido. “Patxi López trajo otro tipo de política”, afirma convencido, “que deja que las cosas vayan a un ritmo más pausado y que colabora a la gobernabilidad pero no por ello evita la crítica”.

Pero, a pesar de la euforia por los resultados cosechados, los dos senadores vizcaínos se muestran cautos a la hora de trasladarlos a las próximas autonómicas. Desde la dirección del PSE, el propio Patxi López ha admitido que están en el buen camino pero los efectos “no son extrapolables”. Por su parte, Imanol Zubero destaca que, por fin el PSE “se ve como una opción” y es ahora cuando se debe “cuidar ese voto y fidelizarlo”. Víctor Urrutia va más allá e indica que “tendremos unas elecciones con una alternativa, no solo posible, si no real”.
Lo que sí es cierto es que las próximas autonómicas se presentan más reñidas que nunca, en una sociedad donde las bases por las que Sabino Arana luchó y que han marcado el devenir de la Euskadi contemporánea se encuentran decaídas y que es ahora cuando el sillón de Ajuria Enea tiene más posibilidades que nunca de ser ocupado por un lehendakari socialista.

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