lunes, 21 de abril de 2008

¿La democracia tiene de verdad tanta fuerza?

Cuando se producen atentados terroristas con víctimas mortales todos los políticos salen a la palestra convocando ruedas de prensa con un diálogo que ya todos sabemos de antemano y que parecen tener escrito como patrón, guardado en un cajón que desearían no tener que abrir nunca para desempolvar tal discurso. Frases como “ETA tiene la batalla perdida”, “están derrotados” o “el peso de la democracia es más fuerte” se suceden de uno y otro lado, sin importar entonces cuáles son las ideas políticas que defienden. Pero, ¿realmente la democracia es más fuerte?

En nuestra sociedad actual somos mayoría los que repudiamos y rechazamos los ataques terroristas de cualquier tipo, especialmente los de ETA, que son los que más de cerca nos tocan pero, utilizando de nuevo una de esas frases tan repetidas, “matar es muy fácil”, porque con uno, una sola persona que tenga la sangre fría de apuntar a la cabeza o al corazón de una persona y apretar el gatillo de su arma, solamente con una persona que sea capaz de hacerlo, la democracia se desinfla y no tiene esa fuerza que los políticos se esfuerzan por demostrar cada vez que el dolor y la tristeza por una muerte incomprensible llenan las páginas de los periódicos, los telediarios y los minutos radiofónicos. Frente a esa fuerza utópica de la democracia, se impone la fuerza real de las balas y las bombas.

Tras la muerte de Isaías Carrasco, hace más de un mes, a estos discursos, los políticos añadieron la necesidad de que los ciudadanos acudiéramos en masa a votar, como mejor respuesta posible ante ETA porque, afirmaban, significaría una nueva victoria de la libertad. Es absurdo hablar de libertad cuando una persona está a punto de ser enterrada por haber manifestado sus ideas públicamente y haber ostentado un cargo gracias, precisamente, a esa libertad de la que ellos hablan, tuvieron los ciudadanos para dar su voto y aupar a Carrasco al Ayuntamiento de su pueblo.

Por mucho que intenten convencernos, esa batalla que afirman ETA tiene perdida no es todavía una realidad. ¿Qué pasaría si en una idílica situación el mundo entero arrojaría todas sus armas a la hoguera y una persona se quedará con una pistola en casa? Entonces, esa persona sería la dueña del mundo, porque podría amenazar al resto con acabar con sus vidas si no les hacen caso.

Pero esténse tranquilos, no vamos a hablar de vender nada a nadie, ni de pagar un precio político. Solo de la libertad, tan relativa en la que nos movemos actualmente. Porque, no nos engañemos, ni ETA está hoy por hoy vencida por la democracia, ni los ciudadanos disponemos de la libertad que los políticos nos hacen creer que tenemos.

Lo que sí debemos tener es voluntad de querer acabar con este terror que desde hace tanto tiempo asola a España en general y al País Vasco en particular. Porque, como dijo el presidente del Gobierno, “juntos todos acabaremos con esta lacra”. Juntos. Todos juntos.

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