lunes, 28 de abril de 2008

Así no

Una de las noticias que más convulsiones ha generado en los últimos días ha sido la referente a la primera de las tres mociones de censura que se han presentado contra alcaldías de municipios en las que gobierna ANV. La de Mondragón, por ser la primera y, además, el escenario donde ETA asesinó por última vez, levantaba expectación mucho antes de que se llevara a cabo.

Como suele ser habitual, en un principio todos los partidos políticos estaban a favor de sacar del poder a una agrupación, la única, que no condenó el atentado que le costó la vida a Isaías Carrasco. Con sus también habituales idas y venidas, y dejando patente la crisis interna que vive el PNV, los nacionalistas vascos se dividieron y, mientras unos apoyaban la moción, otros, el brazo radical de la agrupación liderada por Urkullu, se quejaban y decían que eran medidas que iban en contra de la democracia y la libre expresión de ideas.

Finalmente se consiguió crear una moción llamada “ética”, promulgada por el PSE y apoyada también por el PNV, que era, se suponía, el primer paso que el consenso político debería haber traído para echar a ANV del ayuntamiento de Arrasate. Pero, con el afán de protagonismo que siempre les caracteriza, el PP, de manos de su concejala en el pueblo gipuzkoano, se abstuvo, con el pretexto de que una moción ética no era suficiente, y que se debía ir directamente a la censura. Lo que en el PP parece que todavía no han aprendido es que, para llegar al final de un camino, hay que ir dando pasos hacia delante y que no se puede llegar de una sola zancada al destino final. Iciar Lamarain, concejala del PP en Mondragón, se arrepintió al día siguiente de su actuación, pero no desaprovechó la ocasión para criticar a los socialistas por su propuesta de moción “light”.

Los que también se abstuvieron fueron los concejales de EB, dejando también claras las enormes diferencias entre los de Madrazo y los dirigentes de Madrid, encabezados por Gaspar Llamazares. Dos de los tres concejales tomaron esta decisión, mientras que el otro, de EB- Zutik voto en contra de la moción. Llamazares no tardó en salir a la luz pública anunciando que los miembros de su partido que tomaron esta decisión estaban fuera de su partido. Otros que se unieron a la abstención fueron los concejales de Eusko Alkartasuna.

Las decisiones de estos dos últimos partidos pueden tener una lectura más allá del simple hecho de una abstención. Tanto EA como EB forman parte, junto con el PNV del tripartito que actualmente gobierna el País Vasco. A pesar de las divergencias ideológicas que puedan llegar a tener, lo cierto es que quiénes conducen el velero vasco son los tres partidos, con un claro liderazgo del PNV. ¿Podría ser que, para acallar las voces de los nacionalistas más radicales, representados por Joseba Egibar, el PNV hubiera decidido, no sólo sus votos, sino también los de EA y EB, para, sobre el papel apoyar la moción ética, pero después tener bien estudiada la estrategia para que no se llevara a cabo?

Lo que es cierto es que, con los números sobre la mesa, nueve votos se decantaron en contra de la moción ética (siete de ANV, uno de Aralar y el ya mencionado de EB- Zutik) y ocho a favor, mientras que, los que deberían haberla apoyado, como el PP y EB, finalmente se abstuvieron. Así pues, la moción ética, el primer paso para echar a ANV de la alcaldía de Mondragón, no prosperó gracias a la chulería de unos y el miedo de otros. Después, tanto unos como otros, se quejarán de la violencia callejera, las extorsiones y la falta de libertad en Euskadi cuando son precisamente ellos los que les dan oxígeno. Después pondrán autobuses para llenar Madrid con banderas de España y kilométricas pancartas con lemas en contra del gobierno. Después se harán la foto con las víctimas pero a la hora de la verdad, cuando hay que pasar a los hechos que de verdad importan para solucionar este grave problema que asola al País Vasco, entonces no dan el paso definitivo. Sólo hay una cosa que está clara. Ésta no es la forma de derrotar a ETA. Así no. Porque nuestros enemigos no son quiénes piensan diferente a nosotros, si no los que, por hacerlo, tienen la sangre tan fría y el corazón tan helado como para coger un arma y apretar el gatillo para dejar sin vida a las personas que no comulguen con sus ideas políticas.

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