lunes, 19 de mayo de 2008

El poder de los gestos

Narrar no es argumentar, si no que significa recordar quién está hablando y hacer que a nadie se le olvide cuál es el orden de poder, es decir, la existencia de las masas y las clases sociales. La masa escucha y responde a los argumentos. Observa a los actores, la élite y se dedican a hablar entre ellos sobre sus maneras de hablar o la ropa que lleva pero en realidad no saben lo que dice. Así se ha conseguido que políticos que, profesionalmente no valen para desempeñar sus cargos, sean después los que más éxito tengan entre las masas, porque consiguen ocultar sus carencias con este tipo de “maquillaje”.

Uno de los grandes dominadores de las técnicas persuasivas a través de sus gestos, su forma de vestir y su extravagante vida fuera de los parlamentos y congresos es el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy. En la campaña electoral que le llevó hasta el Eliseo, el francés sacaba mucho partido a su lenguaje corporal, con diversos gestos con los brazos y las manos, muy característico, por cierto, de los partidos de derechas. Para atraer al electorado aún más, se hizo fotos con George Bush, Tony Blair o Condolezza Rice.


Una vez ya en la presidencia, Sarkozy sufrió el primer varapalo a su política con los disturbios que se generaron a las afueras de París por las huelgas y las medidas extremas que su gobierno puso en marcha en materia de seguridad. Su imagen comenzó a caer en picado y, consciente de ello, emprende un auténtico espectáculo político. Así, realiza videoconferencias con los secuestradores de Ingrid Betancourt, que después se mostraban en el portal de Internet “youtube” y en el que aparecía el propio Sarkozy en su despacho, con la bandera de Francia detrás.
Tras esto, se creó un club de fans con su nombre, que fabrican camisetas y bolsos con fotos suyas.

Pero, sin duda, el auge definitivo de Nicolás Sarkozy fue gracias a su divorcio con la que hasta entonces era su mujer, Cecilia, para emprender un noviazgo con la cantante y modelo Carla Bruni, que posteriormente acabó en boda.
Los vimos juntos en diferentes lugares, incluso en Egipto, donde la pareja fue a pasar unas supuestas vacaciones, en las que continuamente estaban rodeados de fotógrafos.
También facilitó fotografías suyas subido a los lomos de un caballo, en las que da la impresión, como se aprecia en la fotografía de la página siguiente de ser un auténtico caballero andante, aguerrido y fuerte. Con todo ello consiguió que, más que un político, su vida se pareciera a la de un personaje famoso pero gracias a toda esta campaña, sus índices de popularidad subieron como la espuma.

Los gestos del presidente francés son también dignos de análisis. En sus discursos, los fotógrafos captan con gran acierto las miradas más penetrantes y determinantes de Sarkozy. Los ojos clavados en la oposición, mirando a la cámara o con las manos en el pecho y la mirada hacia arriba. Sarkozy está siempre muy pendiente de la colocación de los fotógrafos y cámaras y es realmente a ellos a quién dirige sus miradas y gestos, a pesar de que no les mire explícitamente porque, aunque tenga a la oposición enfrente, lo que al francés realmente le preocupa es la opinión pública que se formará a raíz de las fotografías y secuencias de imágenes que le capten en los actos públicos.
Con esta campaña de marketing para favorecer su imagen y las miradas de complicidad y llenas de significado, Nicolas Sarkozy consigue una mayor personalidad frente a las cámaras y mucha más interpelación con el público, además de una cierta complicidad con los fotógrafos. Consigue tapar sus carencias o sus malos actos con su vida privada y hace que esta sea incluso más importante que el futuro devenir del país que él gobierna.

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1 comentarios:

Blogger BeN-HuR VaLDéS LLaMa ha dicho...

Hay que pensar un plan porque ya soy mayor y vivir es algo duro.

En la ilusión está todo mi capital, mi valor, mi gran futuro.

La juventud me da toda la libertad de comprar un mundo nuevo.

Tiene razón, usted es el líder y yo me chupo el dedo
Me chupo el dedo

Usted, qué presidente, qué buena gente.

Usted ama la fama, tiene el honor y el poder.

Y yo quiero ser como usted.

Qué bien está usted en la televisión para hablar de la cultura.

Dice que así vendrá un gobierno mejor, bienestar y más altura.

Hay que votar, amar, levantar la nación, trabajar, mover dinero.

Tiene razón, usted es el líder y yo me chupo el dedo.
Me chupo el dedo

Usted, qué presidente, qué buena gente.

Usted ama la fama, tiene el honor y el poder.

Y yo quiero ser, ser como usted.

Así que ...
usted, qué presidente, qué buena gente.

Usted ama la fama, tiene el honor y el poder.

Pero yo quiero ser ser como usted


Monica Naranjo

20 de mayo de 2008, 18:07  

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