lunes, 10 de marzo de 2008

Crónica de una victoria anunciada

Con 169 escaños y mas de once millones de votos, lo que supone un 43.6% de las papeletas, el Partido Socialista ha revalidado su victoria de 2004 y vencido unas elecciones que, como siempre, dejan victorias y derrotas, las segundas en algunos casos muy dolorosas.

El triunfo de Zapatero es, con todo, la crónica de una victoria anunciada. Desde que empezara la campaña, el candidato socialista estaba ligeramente mejor situado en las encuestas que su rival del Partido Popular. Su campaña fue más creíble y certera que la de “los azules”, pero no conseguía distanciarse del todo. El empujón que hizo subir al PSOE como la espuma en los sondeos fue gracias a los dos debates que le enfrentaron a Mariano Rajoy y de los que Zapatero salió más favorecido de lo que al principio parecía. Los grandes errores del PP con la entrada en escena de la ya famosa “niña de Rajoy” y el descalabro de éste señalando a Zapatero como favorable a la Guerra de Irak, unido a la pobre imagen del gallego tanto en los debates como en toda la campaña electoral empezaron a hacer presagiar que España sería, al menos, cuatro años más socialista.

Pero esta crónica de la victoria anunciada de Zapatero viene desde mucho más atrás que el comienzo de la campaña electoral. El candidato socialista ha sabido aguantar con temple y serenidad las descalificaciones y tergiversaciones de un partido que no aceptó nunca la derrota de los comicios de 2004. Tanto Mariano Rajoy, como Acebes y Zaplana hicieron “amistades peligrosas”, como Federico Jiménez Lozanitos o Pedro J. Ramírez, que quizá en un primer momento pensaron que les sería provechoso pero ha acabado por sepultarles.
Pero también Zapatero necesitaba esta victoria para revalidarse a sí mismo y confirmar que su victoria en 2004 no fue sólo por unos desgraciados atentados que entristecieron a España. Esta es también la demostración de que España está contenta con su gestión de gobierno y quiere continuar con él cuatro años más.

Del otro lado, y a pesar de haber ganado en escaños, el resultado del Partido Popular sólo puede ser entendido como una derrota. España no sólo ha dicho sí a Zapatero. España también ha dicho no a la plana más radical de la derecha más crispada de toda la historia de la democracia. Es la segunda derrota para Mariano Rajoy, que ya sufrió la misma sensación hace cuatro años, y que se refugia en la subida de escaños, pero esos asientos que han ganado no se los han quitado al PSOE y eso es lo que más duele en el seno de los populares.

Si habría que señalar dos comunidades autónomas que han tendido la mano y ayudado para que los socialistas repitan triunfo esas han sido Catalunya y Euskadi. 18 escaños ha conseguido el PSC en tierras catalanas a pesar de los retrasos en las obras del AVE y el caos del transporte público como consecuencia del tren de alta velocidad.
Pero si reseñable es este dato, histórico es el que el Partido Socialista ha conseguido en Euskadi. Quince años después, se ha situado como la primera fuerza política del territorio vasco, ganando nada menos que en las tres provincias. Dónde mayor porcentaje de votos han obtenido ha sido en Álava, donde ya habían vencido en las pasadas elecciones municipales. En Gipuzkoa tres serán los escaños que ocuparán los socialistas, empatados con el PNV y, el dato más excepcional, en Bizkaia superan al Partido Nacionalista Vasco, con el 36.6 % de los votos, frente al 30,9% de los de Urkullu.
El PNV pues debe replantearse su discurso de cara a las elecciones autonómicas puesto que el PSE está en claro auge, y no sólo en estos comicios, si no ya desde el año 2000 y especialmente con la entrada de Patxi López el socialismo en Euskadi está cobrando mucha fuerza y el PNV deberá trabajar duro si quiere que Juan José Ibarretxe siga siendo lehendakari.

El discurso más radical, unido a la despedida de Josu Jon Imaz parece no haber convencido a la población vasca. Los radicalismos en estas elecciones han quedado totalmente descartados. Empezando por el PP, siguiendo por el PNV y hasta Ezquerra Republicana ha perdido votos.

Pero si hay una gran derrota, esa ha sido la de Izquierda Unida, que ha cosechado el peor resultado de su historia, perdiendo dos escaños y su grupo parlamentario. Llamazares ha entonado el “mea culpa” y ha decidido no presentarse para ser reelegido en la próxima asamblea de su partido, mientras dejó claro que estos resultados son consecuencia “del tsunami bipartidista”. Quizá no le falte del todo razón, pero, tanto Llamazares, como el resto de partidos políticos minoritarios debe concienciarse que nuestra sociedad avanza cada vez más hacia un claro bipartidismo que nadie va a poder evitar.

Así pues, el plano político nos deja la victoria de PSOE, con 169 escaños después de que al cierre de los colegios electorales rozase la mayoría absoluta, al PP con 154 asientos en el parlamento, CiU con 10 se sitúa como tercera fuerza política y se torna como un referente a la hora de apoyar leyes y el PNV con seis, uno menos que en 2004. Mientras tanto, Izquierda Unida se deberá conformar con dos escaños, igual que el BNG gallego y PNC, mientras que Uxue Barkos continuará con su escaño defendiendo los intereses de Nafarroa Bai e irrumpe Rosa Díez, con su partido UPyD, con un escaño.
Buenos resultados para el conjunto del país, con un alto índice de participación y que ve cómo no hay un partido con mayoría absoluta, hecho muy positivo puesto que no dejará que un solo conjunto político imponga sus ideas y obligue así a negociar con el resto de fuerzas políticas que, al fin y al cabo, son también parte de la voz de los españoles.




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